Prehistoria de una historia (Historia romana, prólogo)
Escrito el ('jueves 29 de junio de 2006 – 21:29 por Ojuelo
Cuando abrí esta página dije que escribiría sobre la historia de Roma, pues bien, éste será el primer capítulo de esa historia, aunque tan sólo será una especie de prólogo. Con estos artículos intentaré contar la historia de Roma no de la forma en que se puede estudiar en un libro, donde todo se vuelve seriedad y que parece que la historia es algo sagrado que hay que mirar como se mira a las piedras de las ruinas que han quedado de ella, sino de una manera viva, porque cuando todas esas cosas sucedieron no eran historia sino vivencias de personas de carne y hueso como lo somos nosotros. Roma, o mejor dicho las vivencias de las personas que vivieron a lo largo de los siglos que duró, no fue sólo grandeza, también hubo miseria como ha sucedido siempre en donde ha estado presente la mano del hombre, incluso algunos actos miserables son los que ayudaron a hacer de Roma la dueña del mundo conocido hasta entonces.
La historia de Roma propiamente dicha comienza según la «mitología» o historia para un romano, el 21 de abril del 753 a.C. que fue el año 1 ab urbe condita, es decir, desde la fundación de la ciudad, pero la cosa venía desde antes, porque los romanos se hacían descender hasta tener los orígenes en la misma Troya e incluso en los dioses. La zona del Tiber en la que se encuentra las famosas siete colinas, probablemente ya estuvo poblada mucho antes de que se empezara a computar el famoso ab urbe condita. En aquella época la península italiana estaba poblada por los llamados ligures al norte y los sículos al sur, gente de cabezas de pera como los llama Montanelli, esta zona en un principio debió de ser un lugar de paso o de mercadeo, donde las distintas comunidades se encontraban para intercambiar tanto utensilios y víveres como costumbres y cultura, en principio el pueblo dominante sería el etrusco, esta era gente de un desarrollo mayor al de los pueblos del sur, los latinos y los sabinos que por aquellas épocas tan sólo eran gentes rústicas, cuyo alcance de futuro no llegaba más allá de la cosecha próxima, mientras que los etruscos eran un pueblo desarrollado, que tenían contactos comerciales incluso con pueblos de centro Europa, y que por aquel entonces intentaban extenderse hacia el sur de la península itálica, y para ello, que mejor que ocupar una zona que por sus características se prestaba tanto para estos fines, donde el río era navegable incluso más arriba de lo que ahora es Roma, con lo que los etruscos que por aquel entonces ya tenían una flota (cosa que los romanos tardarían siglos en conseguir) podían aprovechar para establecerse en aquel lugar, lo más probable, es que estos se instalarán en un principio en la zona cercana al río, donde el abastecimiento de mercancías con las que comerciar con los pobladores de aquellas colinas sería mucho más fácil que a través de otros sitios, que requerían mucho más trabajo y peligros que por el río. Los habitantes de la primitiva Roma no serían más que algunos grupos de pastores y campesinos, que sobrevivirían de mala manera por aquellas siete colinas rodeadas de pantanos insalubres donde el paludismo era algo endémico, y que prácticamente hasta hace un siglo fue un problema para los romanos, pues está gente como digo, vivirían de forma sencilla y utilizando los medios que el terreno un en proporcionaba, agricultura, ganadería e incluso algo de pesca, eran gente pobre y poco desarrollada, cuando en otros lugares, por ejemplo, en la toscana existían ciudades con calles y todas las comodidades, estos primitivos romanos no tenían más que unas chozas cuadradas, recubiertas de estiércol para impermeabilizarlas, parecidas a las que ahora vemos en los documentales de la televisión sobre las tribus africanas, en las que incluso enterraban a sus muertos, de ahí probablemente la costumbre de tener un armario con las imágenes de los antepasados en casa que siempre mantuvieron los romanos, de estas chozas se han encontrado restos en el Palatino, que muestran que eran construcciones sin ningún tipo de organización, por lo que no se puede llamar pueblo ni tan siquiera comunidad a aquellas gentes, a las que probablemente no las unía nada salvo la cercanía, que por otra parte tan sólo crea discordias entre los vecinos, y que con el paso del tiempo, estas discordias, darían lugar a la organización de estos grupos en las gens o familias, que más tarde irían creando los distintos grupos que formaron la primitiva sociedad de los Tities, Ramnes y Luceres, tres comunidades, o grupos de gens=familias que dieron origen a que en casi todo lo administrativo de Roma estuviera el número tres por en medio, por ejemplo, en «tribu» la principal de las divisiones administrativas del pueblo romano.
En un principio no hubo Roma, sino como ya digo una simple dispersión de grupos, familias o como se les quiera llamar por toda la zona que ahora es Roma, hay quien también dice que ésta fue creada por un grupo de gentes de mala vida, ladrones y demás, que habrían encontrado asilo en aquella zona despoblada y sin dueño, esto ya lo decían los propios romanos, no lo digo yo, incluso que Rómulo fue uno de aquellos ladrones, y que su idea de crear una zona entre el Capitolio y el Arx para refugio de los que quisieran unirse a ellos, el llamado «Asilum», no era más que una manera de justificar que allí se había juntado mucha gente digamos que de «costumbres dispersas» para vivir según sus propias costumbres, y no tener que atenerse a las de otros. Pues bien, este Rómulo fue como todo el mundo sabe el fundador de Roma, pero la historia de su vida también comienza antes, claro está, según la fábula, cuando los aqueos quitaron de en medio a los tirios, es decir, cuando se acabó la guerra de Troya, uno de los nobles troyanos tomó sobre sus hombros a su padre Ánquises, y saliendo de allí empezó a recorrer mundo buscando donde empezar una nueva vida, este troyano era por supuesto Eneas, el cual, cansado ya de los amores con Dido la reina de Cartago, llegó a las costas de Italia, y subiendo por el Tiber llegó al Lacio donde parece ser que se hizo amigo del rey Latino que le dio por esposa a su hija Lavinia, y fundó la ciudad de Lavinium en honor de su mujer, de la que más tarde nacería Ascanio, aunque hay quien dice que este era hijo de la mujer troyana de Eneas, como quiera que fuese, este Ascanio fue según la fábula el fundador de Alba Longa, que fue la nueva capital del Lacio y raíz de todo lo bueno de las costumbres romanas según ellos, pero que para poder engrandecer Roma tuvieron que aniquilarla. Pues bien, algunas generaciones después dos hermanos se encontraban en el trono del Lacio, Numitor y Amulio, pero como la avaricia también toca a los poderosos, pues Amulio dio una patada a su hermano Numitor y lo expulsó del trono y del reino y mató a todos sus hijos, pero este Numitor tenía también una hija llamada Rea Silvia, a la cual su tío no le quitó la vida, sino que la metió en un «convento» o por lo menos lo más parecido que había por allí, la hizo sacerdotisa de la diosa Vesta, pero a esta parece que no le iba mucho la vida monacal, y se daba de cuando en cuando sus paseos por la ribera del río, y ya se sabe, quien va al río alguna vez se moja, y eso es lo que le paso, puesto que un día que andaba por allí echándose una siesta, parece ser que también pasó el dios Marte, y como los dioses tienen la mala costumbre de engendrar hijos sin que las interesadas se den cuenta, pues Marte no iba a ser menos y sin despertar a la pobrecilla Rea Silvia la embarazado, y siguió su camino alegre y feliz. De esta unión nacieron dos gemelos, Rómulo y Remo, a los cuales el tío de su madre, por si en el futuro se les pudiera ocurrir que ellos eran herederos de aquel reino, mandó que los metieran en un canasto y los echaran al río, pero claro ya sabemos que esos canasto no se llevan bien con las corrientes fluviales, sino, y aunque sea de otra historia recordemos la de Moisés, que en otro canasto también se fue a la orilla para ser encontrado, pues esto mismo le pasó al canasto de Rómulo y Remo, que fue arrastrado hasta la orilla donde una loba los encontró y los adoptó, amamantándolos y cuidando de ellos. Aunque a eso de la loba los propios romanos ya le daban otra explicación, puesto que decían que no era una loba la que los crió, sino la mujer de un pastor que los encontró, y que era un poco alegre de cascos, es decir, que el pastor los tenía más grandes que los bueyes que pastoreaba, y lo de loba venía de la costumbre que los romanos tenían de llamar loba a esta clase de mujeres, como se ve, desde el principio hay donde escoger para contar la historia de Roma, versiones poéticas y otras más mundanas. Pues bien, cuando los gemelos Rómulo y Remo se hicieron mayores conocieron la verdad sobre ellos, y decidieron vengar a su abuelo Numitor, recobraron el trono para este, y le pidieron a su abuelo que los dejara marchar a fundar una ciudad donde poder reinar ellos, así que, se marcharon de Alba Longa, pero no muy lejos sólo a unos kilómetros al suroeste, a las colinas que quedan en la orilla izquierda del Tiber, donde habían sido hallados por aquella loba o pastor. Estando ya allí, empiezan a discutir sobre el nombre que le darían a la nueva ciudad, y entonces deciden que se llamaría como quisiera el que tuviera mejores augurios según las aves, y se dispusieron a ver quién veía más pájaros durante unas horas, llegado el límite, Remo dijo que él había visto seis buitres sobre la colina del Aventino, entonces Rómulo dijo que había visto doce buitres sobre el Palatino, así que era el a quien habían favorecido los dioses, por lo que según un rito etrusco, unció una vaca y un toro a un arado, y procurando que la vaca quedará de la parte de dentro de la ciudad, se dispuso a trazar un surco que marcara los límites de la misma, y a hacer una empalizada como defensa, e hicieron el juramento de matar a quien traspasase aquella muralla con violencia. Entonces, una vez terminado Remo a quien los celos lo recomían por dentro, para hacer ver a los demás que la protección que su hermano había creado para la nueva ciudad no era segura, de un puntapiés tiro parte de la empalizada, a lo que Rómulo haciendo caso al juramento que habían hecho poco antes, con una azada mató a su hermano. Todo esto es lo que más o menos pasó 753 años a.C. o el año 1 ab urbe condita, un 21 de abril, día en que empezó a forjarse la historia de Roma.